Tucumán: El último feudo socialista donde los impuestos nunca bajan

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Si hay algo que los tucumanos sabemos bien, es que aquí la política tiene sus propias reglas. Mientras en Nación se habla de bajar impuestos, reducir el gasto y liberar la economía, en Tucumán el gobierno de Osvaldo Jaldo hace exactamente lo contrario. Con la excusa de “modernizar” el Código Tributario, la Legislatura provincial se prepara para aprobar una reforma que, lejos de beneficiar a los contribuyentes, les aprieta aún más la soga al cuello.

Cuando Milei baja impuestos, Jaldo los sube

El gobierno nacional ya eliminó el Impuesto PAIS para muchas importaciones, bajó retenciones y hasta habla de derogar el Impuesto a los Débitos y Créditos Bancarios. Sin embargo, en Tucumán pareciera que la consigna es exprimir hasta la última gota del sector productivo. En vez de facilitar la actividad económica, la nueva reforma tributaria crea más trabas, aumenta costos y permite al fisco cobrar impuestos incluso cuando ya han prescrito. Sí, aunque suene increíble, el gobierno tucumano quiere tener derecho a revisar deudas ya vencidas.

Mientras Milei recorta el gasto público, aquí la Legislatura sigue siendo una máquina de gastar recursos, con empleados fantasmas y sueldos de otro planeta. Pero claro, en vez de ajustar la política, prefieren seguir sacándole plata al que trabaja.

Las perlas de la reforma: pagar aunque no vendas

Uno de los puntos más absurdos del proyecto es la imposición de un ingreso bruto mínimo de $50.000 por actividad económica. Es decir, si tenés un comercio o sos monotributista y no facturás nada en un mes, igual le debés a Rentas. Lógico, en la Tucumán de Jaldo se paga por existir.

Otro punto polémico es la creación de la figura del “contribuyente sustituto”, un invento digno de la mejor burocracia socialista. En pocas palabras, si Rentas no puede cobrarte, puede elegir a otro para que pague por vos. ¿Quién? Cualquiera que ellos decidan. Esto abre la puerta a una persecución fiscal arbitraria y a que empresarios y comerciantes sean rehenes de un sistema impositivo cada vez más voraz.

Por si esto fuera poco, también se incrementará el costo de apelar ante el Tribunal Fiscal Provincial, dificultando que los contribuyentes puedan defenderse. O sea, pagás aunque no vendas, otro puede pagar por vos y si te querés quejar, también te sale caro.

El Estado que nunca se achica

El mensaje de Jaldo es claro: en Tucumán, el ajuste lo paga el privado. Mientras Milei plantea que la casta política tiene que dejar de vivir del esfuerzo ajeno, en la provincia se persigue al empresario, al comerciante y al laburante con una voracidad fiscal cada vez mayor.

La pregunta es: ¿hasta cuándo los tucumanos vamos a soportar este saqueo? Porque lo cierto es que cada peso que se va en impuestos no vuelve en mejores servicios, sino que se pierde en una estructura estatal cada vez más ineficiente.

Tucumán sigue siendo un feudo tributario donde el único que nunca pierde es el Estado. La reforma al Código Tributario no es más que otro reflejo de una provincia que sigue en dirección contraria al país. Mientras Milei promueve la libertad, Jaldo insiste en la esclavitud fiscal.