Lucha cultural: ¿para quién trabajás realmente?

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En Argentina, y especialmente en Tucumán, la política nos ha vendido una mentira muy conveniente: que los impuestos los pagan los grandes empresarios, los “ricos”. Pero la realidad es que cada peso que el Estado saca en impuestos termina saliendo del bolsillo del ciudadano común. Siempre.

Sturzenegger exigió a los empresarios que dejen de pedir la baja de impuestos, que pidan reducción de gastos

La lógica es sencilla: cuando una empresa paga impuestos altos, no lo hace reduciendo sus ganancias, sino trasladando ese costo a sus precios. ¿Y quién termina pagando ese aumento? Vos, yo, todos. Desde el café que tomamos hasta el boleto del colectivo.

El festín con tu plata

Mientras el ciudadano ajusta su presupuesto mes a mes, los gobiernos provinciales e intendentes siguen gastando como si nada pasara. Tucumán es un caso de estudio:

• Una de las provincias con mayor presión fiscal del país.

• Municipios que cobran tasas absurdas por cualquier trámite.

• Legisladores con sueldos de lujo y un número de empleados desconocido (pero, seguro, excesivo).

Todo esto se financia con lo que te sacan cada vez que compras algo. Y cuando Milei avanza con la quita de subsidios, los gobernadores e intendentes lloran porque se quedan sin caja para repartir entre los amigos del poder.

Bajar impuestos no es una utopía, es una necesidad

Los tucumanos ya no compran el verso de que los impuestos son “para los servicios públicos”. Basta ver el estado del transporte, la salud y la educación. Lo que quieren es que les dejen más dinero en el bolsillo y que el Estado aprenda a hacer algo que el ciudadano hace todos los días: ajustarse y gastar menos.

La verdadera lucha cultural no es de ideologías. Es entender que, al final del día, el que mantiene este sistema no es un empresario, sino el laburante que paga todo. Y ese laburante está despertando.