Sociedad
Datos que muestran la magnitud del incumplimiento acumulado
CIPPEC integra, junto a 9 organizaciones de la sociedad civil, el Grupo Compromiso con el Financiamiento Educativo. Casi desde el nacimiento de la ley homónima, informan puntualmente sobre este tema crucial. El estudio publicado hace pocos días es el de mayor calidad y cobertura publicado hasta ahora. Allí se constata que sólo una vez, en 2015, se cumplió con lo que mandan las leyes de invertir el 6% del PIB (producto bruto interno) en educación (entre 2005 y 2010 se incluía en ese porcentaje a la inversión en ciencia y tecnología).
El incumplimiento acumulado entre 2005 y 2017 es cercano a un 4% del PIB o la enormidad de 800.000 millones de pesos a valores de hoy. Bien sabemos que el incumplimiento de las leyes es habitual en nuestro país y, aunque cueste creerlo, la educación básica es un sector débil en la puja por los recursos.
La tan bienvenida ley de financiamiento del 2005 tenía, sin embargo, debilidades congénitas. Si bien no contenía solo metas financieras, sino también educativas, no había vínculos entre ellas y algunas eran poco realistas, como la de llegar en 2010 a un mínimo de 30% de alumnos con jornada extendida o completa, que en la realidad no superó el 10%.
Todo esto ocurrió pese a que, hasta al menos 2013, los recursos fiscales abundaron. Después, como hemos visto tantas veces, la situación fiscal se complicó, y en varios años cayó la inversión educativa en términos reales, incluso los salarios docentes.
Esto ocurrió, en parte, por creer que el gasto público no tiene techo e incurrir en déficit casi crónicos pese a una fuerte presión tributaria. Aunque la obligación legal se establece como porcentaje del PIB y tiene su lógica que así sea, porque es el modo de vincularla a la realidad de los recursos, coincidimos con CIPPEC en que debe haber caminos que den mayor prioridad a la educación.
Las leyes de 2005 y 2006, de educación técnico-profesional, de financiamiento y de educación nacional generaron esperanzas de revertir el deterioro de la educación en nuestro país. Pero la mayoría de ellas no se realizaron.
Los aprendizajes se han deteriorado, la deserción en el nivel medio y superior es muy alta y no hay una nueva carrera docente, adecuada al siglo XXI, jerarquizada y cumplidora. Hay propuestas al respecto, por ejemplo los acuerdos logrados por políticos de muchos partidos en el marco de la Red de Acción Política (RAP). Hay más información en fundacionrap.org//grupos/educacion.
Urge poner manos a la obra, porque sin una mejora importante de la educación seguirá cerrado el desarrollo inclusivo y sostenible de la Argentina.
* Miembro de las academias nacionales de Ciencias Económicas y de Educación