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Juicio Lebbos: Un encubridor premiado y otro despedido

Los dos eran policías y los dos pasan hoy sus días en la cárcel de Villa Urquiza por el encubrimiento agravado del crimen de Paulina Lebbos. Pero hay una diferencia abismal entre ellos: el trato que recibieron durante la gestión del ex gobernador José Alperovich.
Manuel Yapura y Enrique García declararon esta semana en el juicio por la muerte y el encubrimiento del crimen de la joven estudiante de Ciencias de la Comunicación. Fueron condenados en diciembre de 2013 a cuatro y cinco años de prisión respectivamente. Comenzaron a cumplir la condena en 2016. Sin embargo, lo que llamó la atención del tribunal fue el relato de lo que ocurrió con la carrera policial de ambos luego del crimen y antes de que fueran sentenciados.
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el hallazgo del cuerpo de Paulina Lebbos
Los dos participaron de la adulteración de dos actas en la comisaría de Raco, en el marco de la causa por Paulina. La primera era una declaración de un remisero, Diego Nieva, que tenía un auto color bordó. Fue tomada porque se sabía que el último vehículo en que se vio a la víctima tenía esas características y se indagaba a los propietarios y choferes que manejaban autos así.
Antes de que el cuerpo de Paulina apareciera, se le tomó declaración a Nieva. Pero al ex jefe de la Regional Norte, el hoy imputado Héctor Rubén Brito, le pareció muy «pobre» el testimonio y mandó a hacer otro. Se lo redactó y se le dijo a Yapura que falsificara la firma del declarante. La segunda acta decía que al cuerpo lo había encontrado la Policía en un rastrillaje, cuando en realidad había sido hallado por dos baqueanos del lugar.
Dos destinos
Se descubrió la falsificación pocos días después del hallazgo del cuerpo, en marzo de 2006. Yapura era oficial en la comisaría. Reconoció lo que había hecho y explicó, ante la Justicia, que se lo habían ordenado sus superiores (Brito y García) y él, temiendo quedar sin trabajo, accedió. Al mes siguiente, fue pasado a situación de «pasivo bajo proceso», lo que significaba que cobraría medio sueldo hasta que su situación judicial se aclarase.
Durante los dos años siguientes, pidió varias veces su reincorporación a la Policía porque no estaba imputado en la causa, pero le fue negada sistemáticamente porque, argumentaban, él había reconocido el delito. Como tenía a su mujer con una enfermedad cardíaca, pidió una ayuda social económica que brinda la Policía (cuyas características todavía no están claras) pero sus solicitudes no tuvieron respuesta. Tres años después, quedó fuera de la fuerza.
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que había sufrido amedrentamientos
El destino de García fue distinto. Era el jefe de la dependencia y, cuando se descubrió lo ocurrido, comenzó a declarar ante el fiscal. En un cuarto intermedio por el fin de semana, recibió la visita del entonces ex subjefe de Policía, el hoy imputado Nicolás Barrera y luego de ello se negó a seguir prestando declaración. Recuperó la libertad, volvió a la Policía y recibió un ascenso. Además, en al menos dos oportunidades recibió la ayuda social económica que a Yapura le habían negado. Llegó a comisario principal y prestó funciones en el departamento de Logística de la Policía.
Interrogantes
¿Por qué dos policías que participaron del mismo delito recibieron tratos tan diferentes por parte de las autoridades del Gobierno de la Provincia? Es lo que se trató de dilucidar este martes en la audiencia por el crimen de Paulina. Especialmente, teniendo en cuenta los grados de responsabilidad que cada uno tenía y que el ascendido García, además, había coaccionado a los lugareños que hallaron el cuerpo para torcer su declaración.
De acuerdo al propio testimonio de García, su relación con el entonces secretario de Seguridad de la Provincia (el hoy imputado Eduardo Di Lella) era, al menos, fluida. Habitué de la zona, el funcionario incluso le prestaba su camioneta con frecuencia para que realizara recorridos. El vínculo con las otras autoridades policiales era también bueno, como quedó evidenciado en las fotos que se encontraron en la computadora secuestrada de la comisaría. Allí, se lo ve disfrutar de un evento social, sonriente y abrazado al ex jefe de Policía, el hoy imputado Hugo Sánchez y el jefe de la regional, Brito (que participó de la falsificación de las dos actas, incluso fue él quien redactó una de ellas).
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de la autopsia de Paulina Lebbos
Yapura, en cambio, no parece haber frecuentado ni a la cúpula policial ni a las autoridades de seguridad de la provincia. Tenía 23 años cuando ocurrió el hecho y uno de antigüedad en la fuerza. De hecho, el único diálogo que mantuvo con el jefe de Policía fue durante el hallazgo, cuando el jerarca lo amenazó con sancionarlo porque estaba sin uniforme y con la barba crecida.
García vio disparada su carrera luego de cometer el delito. Su ascenso ocurrió hasta el año 2011, cuando los hoy imputados Sánchez y Barrera dejaron su cargo. Continuó perteneciendo a la fuerza, como comisario Principal, hasta que se fue del puesto Di Lella. No sólo García justificó su ascenso en su declaración. También los imputados, responsables por su promoción, argumentaron que, en vista de que no estaba condenado, podía acceder a ese beneficio.
Yapura, en cambio, no pudo explicar por qué, estando en la misma situación que su anterior jefe, fue sancionado con la separación de la Policía, habiendo participado del mismo ilícito.
Ambos fueron trasladados, esposados, de nuevo al penal de Villa Urquiza tras brindar testimonio en el juicio.